HIJITA DE PAPÁ

Ya sé que estoy bien pelotuda como para ocultar un pololeo a los 21 años. Y no es que se lo esté ocultando a alguien, de hecho mi vieja siempre ha sabido todos mis amores, romances, affaires, pinchazos, atraques…ya, mejor paro. Pero el otro día le dije por primera vez a mi papá: estoy pololeando. Yo creo que mi viejo creía que tenía los labios vírgenes.

Él siempre ha sido bien perseguido con el tema “hombres” en mi casa. Mi hermana de 15 se lo pasa por la raj%&6%&/%$%·, pero yo no poh, ven que soy la hija semi perna, buen ejemplo, hija de María Auxiliadora que quiso ser monja a los 10, que salió a hacer amigos a los 12 después de leer todos los libros pernos que después me dieron en media.

Imagínense que cuando tenía 16-17 años no salía los fin de semanas que estaba él en la casa (trabaja en otro lugar, fuera de Los Andes), y no porque no me diera permiso, sino que me daba miedo y lata pedirle si podía salir, no quería pasar un mal momento. Era obvio que primero me iba a hacer un show, yo me iba a enojar, y después, cuando estuviera pa la cagá llorando y escuchando música revolucionaria en mi pieza me iba a decir: “ya bueno, anda” Casi un favor, entonces noo, que lata eso de pedir “el permiso”, prefería no salir. Orgullosa pues.( Igual salía el resto de los días, nunca tan ñoña)

De hecho mis amigas tenían que llamar para pedirme permiso. Creo que sin ellas realmente me habría convertido en monja de claustro! Peligro para los curitas jaja.
Suena terrorífico mi papá, pero el pobre ya cedió. Con 4 mujeres en su casa, siendo una sola la que lo pesca en sus cosas (yo) porque ni mi mamá le da bola al pobre con sus aires de machista, el pobre tuvo que resignarse a pololos en cenas de año nuevo y visitas masculinas en la puerta de la casa (Lo de los pololos en la cena ya se los conté, mi hermana y su novio)

Yo creo que mi viejo ya estaba pensando que yo era torti. O sea, todos en mi casa me imaginaron lesbi después de un largo tiempo sin llevar algún pololo. Además, andaba siempre con amigas y entre nosotras somos súper unidas. Mi abuela cada vez que llamaba Belén, me miraba con resignación y me preguntaba “qué onda con ella” ¿tendré cara de tortis?
Súper patética, porque cada vez que hablaba o rememoraba mis tiempos de pololeo me daba cuenta que era el mismo pololo de los 15. O sea cuento añejo y lleno de telas de araña. Y hablaba como si hubiera pasado ayer, pero ¡HELLO CLAUDIA! ¡DESPIERTAAA, PASÓ HACE CASI 7 AÑOS!

Mis más cercanos saben que de torti nada, que tan sola no estaba, que tan santita no soy y mucho menos me alcanza para postular al noviciado. Pero nunca le había dicho a mi papá eso, la conversación fue así:

Yo: Hola papi, como estay?
Papá: Bien hija, acá estamos, harta pega, pero todo bien…la cony?
Yo: En la calle po, tu cachay. Estoy pololeando. ¿Hace frío allá? Acá está helado…
Papá: (Tos nerviosa, luego un atoro) Perdón, como fue?
Yo: jajaja (risa nerviosa, medio arrepentida) Que hace frío acá…o lo “otro”
Papá: Estas pololeando?
Yo: (con un pensamiento: “termina lo que empezaste cobarde”) Ahh si po, se llama Jaime, después te lo presento
Papá: Ah ya po, gracias, te pasaste. A la noche te llamo y me cuentas bien.
Yo: bueno
Papá: ¿Es en serio? No es broma hija?
Yo: No papi…es verdad, ya oh, te paso a mí mamá ( que a todo esto estaba re-cagada de la risa) hablamos chao!
Papá: ya, chao…(voz desconcertada)

Se la lancé sin anestesia y camufladamente tratando de pasar piola. No me resultó, me escuchó igual, pero bien, tenía que hacerlo. En realidad no tengo miedo, si finalmente no es eso. Lo que pasa es que me da vergüenza que me imagine con mi pololo en alguna situación íntima, me da pudor que se pase ese tipo de rollos de su niñita buena. Y también pena ya no ser su niñita (hace rato dejé de serlo en todo caso) pero ahora declaradamente en su cara. La única que le tenía un poco de respeto en la casa está con un hombre que el no conoce, yo creo que no ha podido pegar ojo.

Y sí, estoy pololeando hace ya casi un mes. Vamos bien, todo perfecto, quizás me falta costumbre. Se me olvidó eso de la preocupación de otro por uno, andar con el cel prendido todo el día, llegar a algún lugar y hacer las presentaciones correspondientes, conocer a otras personas de su círculo, conocer sus mañas e imperfecciones, así como todo lo bueno. ¡Si la cuestión no es nah tan simple!